Berlín, y el mundo, conmemora el fin de un muro que separaba a familias y amistades; un muro que servía solo como puente de enemistad entre vecinos y hermanos. Vivo desde hace seis años en Berlín y he aprendido que tirar el muro no significa creer en el capitalismo, simplemente significa creer en la libertad. En la libertad de poder reunirte con los tuyos, de leer a tus autores favoritos, de viajar y crecer.
El estado social-liberal que gobierna Alemania puede ser por muchas razones criticado. Pero hoy, es día de alabar sus victorias. El derecho a casarte con la persona que más quieras, a recibir dinero si no tienes empleo, a la educación gratuita desde la cuna hasta la universidad; a escuchar a Rammstein, Schönberg, Wagner o a Brecht y Weil; y por el derecho creer en cualquier o ningún dios.
Felicidades queridos berlineses. Un abrazo por tu iniciativa y un abrazo por tu valor.
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